Poblenou, lo inacabado, la vida de un pueblo, la apertura al mar, innovación y tradición, muchas vidas e historias paralelas...
No es mi intención haceros más famosos, ya estáis en muchas guías y no os hacen falta más hoteles y turistas y tiendas de souvenirs. Pero sí apoyar y transmitir lo que más admiro: su resistencia, su espíritu cosmopolita, su creatividad, su lucha por mantener su esencia a pesar de las transformaciones.
También rendir tributo a un gran amigo, Ferrán Castellón, cuyo espíritu expresaba todo lo que para mí significa Poblenou: sencillez, humildad, arte, comunicación, y que ha encontrado su último descanso cerca de uno de sus sitios favoritos, como el tío Ché. Cómo me hubiera gustado callejear con él estos días.