
Título original: The West Wing
País: EEUU
Año: 1999
7 Temporadas. Amazon Prime
Creada por Aaron Sorkin y John Wells y escrita por Aaron Sorkin y otros guionistas
Género: Drama / Política
EL ALA OESTE DE LA CASA BLANCA
Cuando se empezó a emitir en España esta joya de serie, en los comienzos de siglo, ya resultaba utópica, por su contraste entre el presidente Jed Barlett (Martin Sheen), que protagoniza la saga -un tipo culto, premio Nobel, honesto, idealista y progresista (en términos americanos)- frente al presidente George Bush Jr, un patán que destrozó el devenir de Oriente Medio y de gran parte del mundo, manejado por un partido ultramontano y corrupto.
El chiste era fácil, pero ahora que la podemos revisitar, recuperada por Amazon, se nos hiela la sonrisa al pensar que es Trump el que está en la sala Oval y que el Ala Oeste de la Casa Blanca no está llena de jóvenes atractivos, liberales, cultos, leales y de fino humor como los de la serie, sino de matones y pelotas tras un presidente sin freno que se propone ser Putin para siempre, caiga quien caiga: el clima, la democracia o el mundo.
Superada esta terrible paradoja, hay que recordar que, pese a que se han emitido un sinfín de nuevas series con la política como eje central, The West Wing tiene una estatura diferente. Es como las Pirámides de Egipto mirando desde su superioridad infinita los originales puentes de Calatrava de la nueva televisión y que, a lo largo de sus 7 temporadas, de 23 capítulos cada una, ha quedado para la historia como enciclopedia imprescindible en muchos e interesantes terrenos.
Ante todo es un larguísimo anuncio sobre la democracia americana, su sistema político, el bipartidismo, sus miserias y grandezas, descrito por un fanático liberal de centro, como es su creador Aaron Sorkin, posiblemente unos de los 3 mejores guionistas de la historia. Si consigues olvidar sus ideas (no siempre es fácil porque la sutileza no es su virtud principal en algunos momentos), disfrutarás como un bellaco aprendiendo los arcanos de la política que ha dominado el mundo hasta hace un par de días, y los entresijos y la vida perra de esos asesores y asesoras presidenciales tan encantadores que te llevarías de copas o algo más.
También es una demostración de casting y dirección de actores, con un elenco de más de quince personajes protagónicos (casi todos rozando la perfección), y unos más de cien que desfilan en la serie, siempre ajustados, precisos, robando escenas, dejándote sin habla ante tanto talento reunido. Y, pese a que la paridad es cuestionable, los personajes femeninos casi siempre son los más divertidos e interesantes.
Pero por lo que pasará a la historia como una de las mejores series de siempre es por sus grandiosos guiones, sus eléctricos diálogos por los pasillos, como ametralladoras incansables de frases que querrías citar, que te dejan sin hipo, intentando seguirlas y recordarlas. Su humor inteligente, culto, arriesgado (jamás sarcástico, soez ni barato), o su inesperada capacidad de crear suspense e intriga con el tema más nimio o absurdo de la política. De hecho, muchos de sus capítulos deberían ser estudiados en universidades (y lo han sido), por la arquitectura que los sustenta y los convierte en obras maestras en serie.
Sí, es cierto que Aaron Sorkin puede ser agotador, y que se fue tras la 4a temporada dejando exhausto a parte del equipo, pero el coproductor, John Wells, supo mantener el listón alto hasta el final, y la serie hoy conserva todas sus virtudes bien frescas, aunque cada vez será más utópica y menos realista. Pero, cuanto pagaríamos en el resto del mundo por un remedo de Jed Barlett en la Casa Blanca.