Industry

INDUSTRY

La primera temporada de Industry asusta por su ferocidad y por la crudeza del panorama que presenta de una joven generación que lucha a cuchillo por conseguir una plaza fija en un chiringuito financiero de la City.

La rivalidad entre los aspirantes llega a ser mortal y no hay ningún código ético que regule la lucha.

Una lucha de arriba abajo, entre dirigentes corruptos, machistas y desconsiderados y los aspirantes a sucederles, que no ahorran tampoco en malas artes con quien se les ponga por delante: un compañero, un cliente o quien se cruce en su camino.

Todo ello se nos presenta a través del día a día en la oficina de varios de esos wannabe, donde el stress, la tensión y los insultos son el caldo en el que se cocinan las operaciones especulativas que mueven millones.

Y también a través de sus agitadas noches de fiestas desmadradas pasadas por cócteles caros, clubs de diseño y todo tipo de drogas.

Impera un sexo frío y casi siempre tóxico que se usa de forma obsesiva y ofensiva como otra manera de llevar la lucha de poder a la cama o a los cuartos de baño.

La realización es muy competente, el guión tan adrenalínico y endiablado como sus protagonistas: un puñado de jóvenes actores que se meten bien en sus antipáticos personajes.

Casi todos son desconocidos pero representan muy bien las distintas caras de la ambición, la traición y la desesperación, reflejos futuros de los ejecutivos que los forman en la ley de la selva o que abusan de ellos de maneras imaginativas. Una serie oscura que nos trae el reflejo humano que crece en estos bancos de inversión, el lado oscuro de nuestra distopía presente.