poma bruna de muntanya de Solonès

Una manzana con los colores del otoño

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Un producto local en extinción, casi….

Tengo que decirlo aunque duela. Para alguien que está acostumbrado al delirio de los diferentes gustos de la manzana que se encuentra en otros países europeos, ni España ni Catalunya son territorios de grandes emociones. Se habla mucho de la proximidad, sí, pero en el caso de la manzana eso no es suficiente.

¿Por qué, cuando miras los estantes de frutas en las tiendas, sólo encuentras, una y otra vez, las mismas variedades de siempre, como la Golden Delicious, la Royal Gala, la Granny Smith o la Fuji? Si hay miles de variedades de manzanas en el mundo, ¿quién decide que se expongan en los comercios únicamente las que caben en los dedos de una mano?

Incluso en tiendas ecológicas o en fruterías con un gran y cuidado surtido están acostumbrados a repetir este modelo monolítico.

Monolítico en el nombre pero también en el sabor. Manzanas que no saben a tierra, ni a las montañas que rodean los campos, ni a las hierbas y aromas de las regiones cercanas. Saben uniforme,  global, a una manzana que puedes adquirir en cualquier parte del planeta, y que no sabrías decir si fue en Barcelona o Sidney o Roma. Sin identidad propia.

Me preguntaba este tiempo si no habría agricultores, pagesos, que estuvieran haciendo las cosas de una forma diferente. Hasta que hace dos días, entrando en la tienda ecológica Vida Meva del carrer Marià Aguiló,  me topé con unas manzanas que de repente me llenaron de memorias lejanas. No tenían el brillo ni la aparencia inmaculada de las otras, eran como la cenicienta de las manzanas, pero a la vez tenían una vida y belleza tan singular…  Una textura diferente, no tan uniforme, sino mate, con infinidad de matices en las tonalidades, como si tuvieran todos los colores de las hojas del otoño impregnados, ninguna era igual a la otra.

Me compré una media docena y me fui a casa con el descubrimiento. Y el siguiente paso no me decepcionó:  fue como entrar en espacios olvidados de sabores desconocidos. No era un sabor, era un conjunto de amargo, dulce, fineza y mucha tierra, lo que en el vino se suele llamar terroir…  de todo ello esta manzana tenía mucho!

La etiqueta en este comercio del barrio, el que mejor une lo bio con la proximidad,  me explicó que se llamaba “poma bruna de muntanya” del Solsonès. Ahora solo espero llegar a saber algo más de este pagès o pagesa que tiene la habilidad de extraer estos milagros de la naturaleza.

poma bruna de muntanya de Solonès
Poma bruna de muntanya de Solsonès, en la tienda bio Vida Meva, Poblenou. Fotos: M. Statsmann / Made in Poblenou.