Tras su apariencia tranquila y su eterna sonrisa se esconde una mujer hiperactiva que trabaja a tiempo completo, pero también sabe disfrutar de la vida y los pequeños placeres de este barrio. Quizás sea su procedencia gallega la que le da ese punto de misterio.
Afincada en Poblenou desde 1993, María Dacal es accionista y responsable del departamento de administración de una empresa de servicios de limpieza, y también gestora en el departamento laboral de un bufete de abogados, por lo que va atada de por vida a su ordenador personal.
Mi vinculación con el barrio
En 1993, buscaba un piso con mi pareja y este barrio empezaba a surgir.
Lo que más me gusta de él
Su situación es inmejorable. Está cerca del mar, el centro está a tres paradas de metro.
Lo que menos me gusta
La cantidad de edificios abandonados y pavimentos de calzadas y aceras con falta de mantenimiento.
Lo que más echo de menos
Yo vivo cerca del metro de Bogatell y es una zona solitaria, sobre todo, el fin de semana. Echo de menos más tiendas de barrio y más ambiente.
Mi bar, chiringuito o café favorito
La tornada, en Ramon Turró 41. Un sitio de siempre con una terraza agradable para desayunos y meriendas.
Mi restaurante preferido
Abuaribay, restaurante vegetariano en Taulat, 95. Y recientemente nos sorprendió gratamente La Cala Blanca, en Dr. Trueta, 211. Ah, y Madre Lievito, en la calle Llacuna 1, es un excelente restaurante italiano.
Mi tienda o local favorito
La mercería Montserrat (María Aguiló, 70) . La dueña es muy entrañable, como de toda la vida.
La empresa o institución cultural del barrio que más me gusta
El centre de la Vila, por proximidad. Me encanta poder ir a pie al cine.
Un placer culpable
El croissant de chocolate de La Tornada.
Un personaje admirado o querido
Nuria Fornás, la pintora. Mi hija ha acudido a su taller en numerosas ocasiones y creo que su paciencia es infinita.
Mi forma de desplazarme por la ciudad y el barrio
A pie, en metro y bus, en moto cuando me llevan.
Qué pienso que traerá de bueno esta crisis
A corto plazo, mayor conciencia de nuestra fragilidad y, por tanto, más solidaridad. A largo plazo creo que nada, ya que lo olvidaremos.
Qué pienso que traerá de malo
La desaparición de pequeños negocios que echaremos de menos.
Y para terminar, un lugar mágico
Contemplar el atardecer desde el espigón del puerto olímpico.