Nuria Navarro: «Mi lugar mágico es la playa de Bogatell a la hora azul»

Leer

Periodista nacida en Buenos Aires, trabaja desde hace más de veinte años en El Periódico, donde es conocida sobre todo por sus entrevistas a famosos y gente corriente. Le gusta el magnolio de su “isla” y los atardeceres en la playa Bogatell.

Junto a su pareja, el también periodista Rafa Tapounet,  Nuria lleva todo el nuevo siglo como vecina de la Villa Olímpica del Poblenou.

Aunque licenciada en Filosofía, es periodista y  trabaja en El Periódico de Catalunya desde 1987.

Ha sido columnista de Woman, colaboradora en el diario Clarín y, hasta este pasado curso fue profesora del género ‘entrevista’ en el Máster de Periodismo de IL3-UB/Columbia durante 10 años.

Mi vinculación con el barrio 

Hace más de 20 años empecé la relación sentimental con mi actual pareja, también periodista de ‘El Periódico’ (la endogamia es marca de la profesión). Yo vivía de alquiler en la Carretera de les Aigües, sin calefacción y con muebles de contenedor, pero veía el mar al final de la ciudad. Un día visitamos a mis cuñados, en la Avenida de Icària, y el mar estaba ahí. Alquilamos en la Plaça de Tirant Lo Blanc y, dos años después, en el 2000, me quedé embarazada. En la Av. Icària vendían un primero con terraza. La isla disponía de un jardín con magnolios en el que mi hija, que hoy tiene 19 años, creció como una salvaje, formando una comunidad con los niños de la isla, lo que arrastró a los mayores a socializar. Seguimos manteniendo relación.

Lo que más me gusta de la Villa Olímpica

La Vila Olimpica desprende un permanente aire vacacional, el contrapunto al pulso de la ciudad. Es excéntrico, pero es posible llegar al centro a pie. Está la cercanía del mar, que en días de tormenta se le oye bramar. Y, debido a mi interés por la arquitectura, algunas soluciones planteadas para hacer la vida vivible que se llevaron algún premio FAD.

Lo que menos me gusta 

La ausencia de pulso comercial:  los que se instalan abandonan pronto. El paso de los autobuses por Icària , que mejora a medida que se incorporan vehículos eléctricos. Los mosquitos, que llegan en mayo y se van en octubre. El olor a cloaca, que a días lo inunda todo. Los vecinos que no comprenden que la playa es un espacio democrático y les molestan los turistas y los visitantes de otras zonas.

Lo que más echo de menos 

Una librería y una ferretería. Una parada de metro en el cementerio. Un café de referencia.

Mi bar, chiringuito o café favorito en la zona 

Hasta que cerró hace poco, Le Bistrot. No frecuento los del Port Olímpic.

Mis restaurantes preferidos de Poblenou y la Villa Olímpica

Me resulta hipnótico el restaurante Anfiteatro, escondido en los jardines de Salvador Espriu, con ese dueño argentino que parece un antiguo jugador de polo. En el Café Ninoska hacen un ceviche fantástico. La Vela me proveía de pizzas los viernes (hasta que también cerró).

En Poble Nou la cosa tiene más sustancia. Mis favoritos: el japonés Isami, las tapas del Balius y El 58, el vegetariano Aguaribay y la horchatería El Tío Che.

El Restaurante Anfiteatro, escondido entre los jardines de la Villa Olímpica. Foto: © Made in Poblenou.

Mi tienda o local favorito

Los showrooms de muebles: Última Parada, Brutus de Gaper, Noak Room…

Un placer culpable en el barrio 

Gastar lo que no debería en cremas en la Farmacia Bouyat.

Un personaje local querido / admirado

Las hermanas Gomis,  de la tienda de ropa Lúa, capaces de subirte la autoestima y de paso venderte algo aunque solo vayas a fisgar.

Mi forma de desplazarme por el barrio y la ciudad 

Por Villa Olímpica y Poblenou, en patinete. Al trabajo, en bus y metro.

Qué pienso que traerá de bueno esta crisis  

Querría que trajera un sentido de lo colectivo más acusado, el fin del hiperconsumismo, una percepción de la vejez menos edadista, una forma de trabajar más flexible.

Qué traerá de malo 

El coronavirus, como la mayoría de crisis, castiga a los más vulnerables. La desigualdad se agravará y eso tendrá un impacto político indeseado.

Qué le pediría al Ayuntamiento para el barrio 

Comparado con las necesidades de otros barrios, la Villa Olímpica no tiene motivos de queja, la verdad. Tenemos escuelas públicas, un CAP formidable, un servicio de limpieza competente. Si acaso, que favoreciera el tejido comercial con algún tipo de incentivo y revisara la desembocadura de las cloacas.

Como periodista, de qué me gustaría que hablara una web como esta

Un medio de comunicación de proximidad me parece una excelente idea. Como soy de natural cotilla, me interesa saber qué se cuece en el barrio, quién lo habita, qué proyectos formulan. También tengo una malsana curiosidad por conocer qué demonios había en las islas antes del derribo del barrio.

Y para terminar, un lugar mágico 

La playa del Bogatell, en junio o septiembre, a la ‘hora azul’ , sobre las 8.30.